Nada más terminar el partido del viernes ante el Levante, los aficionados del Real Valladolid abandonaron Zorrilla con la sensación de que el empate no iba a tener utilidad para un equipo que solo ha sido capaz de ganar cuatro encuentros en lo que llevamos de temporada. Y los resultados obtenidos el fin de semana por los rivales directos confirmaron la impresión inicial.
El equipo blanquivioleta mantiene la desventaja con los adversarios que le preceden en la clasificación, falta una jornada menos para la conclusión del campeonato liguero y, además, desperdició una oportunidad ideal para ganar en casa, ya que a domicilio está mostrando mucha mas fragilidad.
De este modo, el partido del sábado en La Rosaleda ante el Málaga se ha convertido en algo más que una final, ya que el Real Valladolid se va a jugar allí gran parte de sus opciones de permanencia.
De lograr la victoria, el equipo de JIM igualaría a puntos a su rival y le superaría en la clasificación por los enfrentamientos directos, después de que el choque de la primera vuelta en Zorrilla terminara con empate en el marcador.
Sin embargo, una derrota significaría la puntilla para el Real Valladolid, tanto para los futbolistas como para su entrenador, que sería destituido de su cargo con seis puntos de desventaja respecto al Málaga, más la diferencia particular, y solo 13 jornadas por delante para cerrar la Liga.
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